Gráfico de un Planeta

HISTORIAS DE LA TABERNA... GALÁCTICA

VIRUS

Hacía hora y media desde que el comandante entrara en los jardines de la estación espacial Ekaukon. Estaba realmente preocupado y casi ni se fijaba en los seres hologramáticos del lugar. Hasta hacía unos meses aquellas mariposas, ciervos, ardillas y pájaros le habían parecido hermosos, pero ahora para él habían perdido toda su belleza; ya ni los perseguía, ni se dejaba perseguir, y ni tan siquiera intentaba tocarlos cuando aquellos seres se le acercaban.

Ahora siempre tenía la vista perdida en la gran cúpula, que se abría sobre su cabeza mostrándole la inmensidad del espacio. Escudriñaba las estrellas con sus propios ojos, como si creyera que con eso la hallaría. Él era el responsable de haberla perdido y si no la lograba recuperar aquello supondría una imborrable mancha en su hasta ahora inmejorable expediente... y por supuesto significaría el final de su brillante carrera.

Unas voces a su espalda le hicieron salir de su letargo y un cantar exótico se elevó por todo el jardín como dando la bienvenida al recién llegado. El comandante no fue al encuentro de su subordinado, símplemente se giró y esperó que le diera alcance.

- Señor, hemos localizado la Nasertek.

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El acelerado andar resonó estrepitosamente en el suelo metálico del puente. Aquellos pasos ignoraron a casi medio centenar de personas que rondaban por allí, y se dirigieron directamente al encuentro de uno de los oficiales.

- ¿Dónde está? - le espetó al primer oficial.
- La hemos encontrado en el sector Guorgemna IV - el hombre parecía haber preparado la respuesta, por lo automática que sonaba la misma - una de nuestras sondas ha reportado su posición.
- ¿Y qué diantre está haciendo en Guorgemna? Debería estar de vuelta ya, maldita sea.
- Y lo cierto es que además se aleja cada vez más de nuestra posición.
- ¿Han entrado en comunicación?
- No lo hemos conseguido, señor. Todos sus sistemas parecen funcionar correctamente, pero no obtenemos respuesta. Quizá haya alguna tormenta iónica que está causando interferencias, pero no estamos seguros.
- ¡Joder, inténtenlo de nuevo!

El oficial accionó una serie de pulsores y demás artilugios raros del panel que tenía delante. Éste permaneció inactivo, sin dar muestras de respuesta. La ojerosa mirada del comandante estaba clavada en aquel lugar, y no se apartó durante los siguientes minutos, ni siquiera mientras hablaba...

- ¿Quién está al mando allí?
- El oficial científico Galiad, pero nuestros sensores indican que todas las cabinas criogénicas de la nave están activadas. El ordenador central debe estar al control.
- Mierda, ¿hay alguna posibilidad de que se haya averiado?
- No, es totalmente improbable. Es una computadora ultrabionética de última generación y no tiene posibilidad de error. Está preparada para solventar cualquier situación y está valorada en más de mil trill...
- ¡Ya sé lo que cuesta, estúpido! - el citar aquel dato lo único que había conseguido había sido amargar un poco más al preocupado comandante.- Inténtenlo otra vez.

El ingeniero de comunicaciones, tomó el asiento que había estado ocupando el oficial (en situaciones normales ése era su sillón), dio algunas órdenes e intentó entrar en contacto.

- Jezabel, aquí la base Ekaukon bajo prioridad Gamma-72. Informe del transcurso de su misión.

En ese momento una serie de leds se activaron en el panel de comunicaciones. Tras observarlos por unos instantes, el hombre se volvió a su (por ahora) comandante:

- Señor, está escuchando, pero no responde... - el ingeniero se vio interrumpido por un repentino click en el panel - Creo que hemos perdido la comunicación.

El comandante, que aún no había apartado la vista del panel fue el primero en advertirlo - ¿Qué es eso?... ¿qué puñetas es eso? - En el monitor habían aparecido unas cuantas frases, y nadie daba crédito a lo que veía.

"Te encuentras ante una casa de aspecto extraño. Sientes una extraña sensación, como si toda ella estuviera envuelta en un oscuro manto sombrío y acechante, aunque protector a la vez. El edificio emana algo extraño, invisible... tentador. Mientras un rincón de tu ser te dice que lo mejor es dar media vuelta, otro está expectante por entrar. ¿Entrar? ¿Y cómo entrarás si por aquí no se ve ninguna puerta?

Es tu turno>"

- No lo entiendo, señor... No creo que...
- ¿Qué es lo que no cree?
- Nada, comandante.
- Dígalo.
- Una tormenta iónica no es, de eso estoy seguro. Quizá... quizá podría tratarse de un virus.
- ¿Un virus? ¡Ja! los virus ya no existen, es imposible que...

El comandante no había visto nada igual, aquello que acababa de aparecer en el monitor le daba toda la razón al ingeniero. Aquello ocupaba la mayor parte del panel y todos pudieron ver unas letras grandes, con tantos colorines que casi hacían daño a la vista, y que decían 'GRAFICO NO CREADO'. El ojeroso hombre soltó un fuerte puñetazo de rabia al panel, incapaz de comprender: - Seguro que es un virus. Avisen inmediatamente a nuestro técnico en antenas.-

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Mientrastanto, la Nasertek seguía su inexorable travesía. Su medio centenar de impulsores estelares volvieron a entrar en ignición... la nave aceleró rápidamente, en breves instantes la velocidad acabó por cortar definitivamente la comunicación y en escasos minutos ya empezaba a dejar atrás Guorgemna IV. Jezabel se dijo para si misma que ya no volvería a contactar con ellos, pues ni siquiera se habían molestado en ayudarla a superar su atasco. Ya llevaba dos meses atascada en ese punto y se dijo que si en unas horas no lo conseguía, aquella misma noche volvería a despertar a Prometeo.

Daniel Cárdenas



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